Aparición y evolución de la escritura
Aunque nuestro objeto de interés son las manifestaciones de caligrafía antigua o clásica, las letras utilizadas por griegos y romanos, debemos recordar que este arte es una faceta más de la ESCRITURA. Precisamente aquella en la que nos centramos en el lado artístico o estético de la misma, frente a las escrituras cotidianas que persiguen un fin eminentemente práctico de transmisión de información con economía de esfuerzos.
Por eso es fundamental realizar un breve recorrido por la historia de este desarrollo que cambio para siempre la relación con la realidad del ser humano.
La importancia de la escritura
La escritura apareció hace unos 5.500 años en el sur del actual Irak (Sumeria), como un desarrollo más del secular proceso de civilización que venía teniendo lugar en distintos puntos del área conocida como Creciente Fértil (un arco que va de Egipto a Mesopotamia que posibilitó el surgimiento de prósperas comunidades agrícolas gracias a sus recursos hidráulicos).
Esta invención supuso un cambio radical en la historia de nuestra especie. Desde ese momento se «crea» la historia a partir de la capacidad que otorgan los textos impresos de transmitir la información de forma directa e «inequívoca» a través del tiempo, frente a la anterior trasmisión oral, de naturaleza precaria y cambiante.
Se inicia así un proceso de acumulación de conocimientos a lo largo de generaciones que contribuyó a que el ritmo de avances de todo tipo se acelerase. Cómo vemos, esos incipientes signos escritos en tablillas de barro encerraban un gran poder.
No es de extrañar, por tanto, que dicho potencial fuese acaparado por los miembros privilegiados de estas sociedades: las clases sacerdotales directamente relacionadas con la realeza. Con el paso de los siglos el uso de la escritura se fue extendiendo a otras clases acomodadas para finalmente, ya en el mundo contemporáneo, generalizarse su uso como instrumento democratizador de acceso al saber.
Soportes y herramientas de escritura en el mundo antiguo
En cuanto a los soportes, el ser humano ha usado múltiples materiales en los que grababa directamente los caracteres: piedra, madera, arcilla, cera, etc., que es la forma más inmediata de impresión.
Con el tiempo fueron surgiendo manufacturas que permitían la escritura aplicando tintes de diversa naturaleza sobre los mismos. Ya desde la antigüedad el papiro se convirtió en una de las plataformas de escritura preferidas. Fabricado en Egipto mediante la superposición y prensado de fibras vegetales, se mantuvo como el material más empleado apoyado por el esplendor cultural de Alejandría hasta el siglo XI. Es entonces sustituido por el pergamino, fabricado partir de pieles de animales curtidas, y finalmente por el papel, generalizado en Europa a partir del siglo XIII.
Respeto a los instrumentos de escritura, estos se adaptaron a los soportes disponibles en cada momento.
Así, para horadar superficies se utiliza un estilo, el cual presentaba un extremo en punta con el que cincelar, y en caso de que la materia fuese moldeable (cera o arcilla) otro extremo plano con el que poder borrar los caracteres para efectuar correcciones.
Mientras que para la escritura con tinta sobre materiales porosos se utilizó en los inicios el cálamo o junco, que sería posteriormente sustituido por la pluma de ave en la Europa occidental.
Por último señalar que las distintas escrituras que fueron apareciendo son resultado de una sociedad concreta y de los materiales (soporte y herramienta de escritura) que en ella predominaban.
Primeros alfabetos: Fenicia y Grecia
Antes de continuar, una breve aclaración sobre escritura y alfabetos: cada uno de los caracteres de un alfabeto representan un fonema o sonido aunque, con el tiempo y la evolución de lenguaje, algunos símbolos pueden haber perdido este propósito original.
No obstante, existen otros sistemas de escritura en diferentes ámbitos culturales. Contemporáneamente tenemos el caso del sistema logográfico chino donde cada símbolo no representa a una letra o sonido, sino una palabra o un morfema.
Un sistema similar utilizaban los egipcios (los jeroglíficos) pero con el tiempo fueron introduciendo símbolos que representaban también sonidos individualizados en fecha tan temprana como el 2.700 a.C.
Influidos por la cultura egipcia, comunidades de trabajadores semíticos instalados en el país de los faraones desarrollan un sistema completamente alfabético sobre el 1.800 a.C., que se extiende por las culturas civilizadas de Oriente Próximo, culminando en el alfabeto fenicio, plenamente definido sobre el 1.100 a.C.
Éste es origen de posteriores alfabetos de inmensa importancia como el arameo, (del que a su vez surgirán el hebreo y el árabe), y el griego (del que originan el latino, cirílico y copto). Su escritura se realizaba de derecha a izquierda y no se representaban las vocales.
Los griegos perfeccionaron el alfabeto fenicio, añadiendo signos para las vocales y cambiaron la dirección de escritura. Así, en el siglo IV a.C., se ha desarrollada ya un alfabeto griego formado por 24 letras (7 vocales y 17 consonantes).
El alfabeto latino y la CALIGRAFÍA ROMANA ANTIGUA
Antes del comienzo del Imperio Romano, todo el sur de Italia estaba poblado por colonias griegas. Su cultura se propagó entre los pueblos itálicos más avanzados, como los etruscos, de quienes finalmente lo adaptarían los romanos.
Veremos ahora las principales letras romanas, usadas durante el esplendor del imperio: Capital Romana, Rústica, Minúscula Cursiva Romana.
La última de las grandes letras del mundo romano es la escritura de los primeros cristianos, la Uncial.
De estos primero alfabetos latinos-romanos provienen todos los que han aparecido con posterioridad en Europa occidental, los cuales se pueden agrupar en dos categorías:
- formales: los usados como instrumentos de autoridad.
- informales: las cursivas que se escribían con rapidez y eran propicias para las operaciones del día a día.
Es frecuente ver como escrituras formales acaban dando lugar a formas cursivas que, con el tiempo, acaban siendo elevadas otra vez a rango formal creando nuevas formas caligráficas.
Capital Romana
Surge a partir del proceso de adaptación de los caracteres griegos a la escritura romana (desde el siglo VII a.C.) en un proceso que refinó su estructura hasta convertirse en la capital o imperial romana, cuya forma clásica ya está plenamente definida en el siglo I a.C.
También es conocida como Capitalis Monumentalis, ya que es usada principalmente para realizar inscripciones en monumentos, como forma de proclamar el esplendor del imperio.
Esta caligrafía romana clásica se realiza enteramente en mayúsculas, sus letras naturales y pulcras están formada por figuras geométricas simples (círculos, cuadrados y triángulos), adquiriendo su elegancia gracias a los sutiles remates.
Se caracteriza por presentar un ductus complicado debido a las variaciones de orientación y ángulo de la pluma.
Dado que es la más antigua, se puede considerar la raíz de todas las escrituras latinas. Perduró a lo largo de la edad media y fue recuperada en el renacimiento, época en que se cambió la forma antigua de trabajar, más espontánea, por una perfectamente planificada y medida que en cierta medida elimina su frescura.
Hoy en día se conoce como mayúscula de imprenta y se sigue usando para títulos y capítulos en su variante fina.
Cursiva Romana
También denominada minúscula cursiva o cursiva romana final, ya que hubo una versión anterior que acabó extinguiéndose.
Se usó desde el siglo III hasta el siglo VII aproximadamente y fue la primera escritura en minúsculas, inspirada en las capitales romanas
Se realiza con un gesto más fluido que aquellas. Las ligaduras se multiplican, se acentúan los trazos ascendentes y descendentes de ciertas letras así como los rasgos redondeados, lo que potenció su uso en escritos cotidianos.
A partir de su instauración se distingue entre mayúsculas y minúsculas, siendo la fuente inmediata de la que surgen diversas letras nacionales aparecidas en Europa en los siglos siguientes: merovingia, lombarda, visigótica o insular.
El ductus es menos pautado que en la mayúscula. Presenta una caligrafía flexible y fluida en la que se puede variar a voluntad la altura del cuerpo de la letra y los trazos principales.
Rústica
Su letra se asemeja a la mayúscula monumental pero menos rígida y rectilínea, debido a que fue concebida para su uso con pluma y tinta en lugar de ser grabada. Sus caracteres, más estrechos y curvados, presentan en alguno de ellos trazos que rebasan inferiormente a línea de base.
Fue usada principalmente en la elaboración de libros, siendo muy popular a partir del siglo I a.C. Perdió protagonismo en la edad media, donde se usaba en títulos y capitulares, hasta que finalmente su uso fue relegado.
El efecto que provocaban sus textos es muy característico debido a que las palabras se escriben juntas sin más separación que un punto.
La caligrafía Rustica destaca por la fuerza del contraste entre las finas verticales y las gruesas horizontales. Los delicados remates y trazos finos requieren una considerable destreza, no obstante el ductus de la Rústica es más simple que el de la Mayúscula, al no precisar cambios de ángulo de la plumilla durante en la elaboración de trazos individuales.
Uncial
Originada en el siglo II o III, posiblemente en el Norte de África, tiene grandes similitudes con la uncial griega, una letra curvada y funcional usada desde el siglo III a.C., como letra oficial de la iglesia cristiana. Y es que los primeros cristianos romanos debieron considerar adecuado adaptar esta letra a la lengua latina para representar los textos sagrados. Con la expansión del cristianismo por el imperio la escritura uncial se difunde con fuerza (siglo IV), usándose para todo tipo de escritos.
Por todo ello se considera la escritura monástica por excelencia, compuesta únicamente por mayúsculas y caracterizada por la elegancia, sencillez, fuerza y claridad.
Los orígenes de nuestras modernas letras minúsculas se pueden observar en el alfabeto uncial. Las letras d,h y l se elevan sobre el resto, mientras que i, f, n, p, q y r caen por debajo de la línea de base. Puede considerarse así como una escritura de transición entre las mayúsculas y minúsculas, al perder la obligatoriedad de hacer todas las letras de la misma altura como en el caso de las capitales. También se separa de la tradición de las mayúsculas la ausencia o simplicidad de los remates.
Todo esto confiere a la caligrafía uncial un ductus fino y sobrio, de formas armoniosas que recuerdan la redondez de la escritura griega. Esta sencillez hacen de la uncial, junto a otras caligrafías antiguas, como la carolina minúscula (inspirada en aquella), o modernas como la fundacional, las letras idóneas para aprender la base de la caligrafía.
Finaliza aquí este primer capítulo sobre la historia de la caligrafía en la que nos hemos centrado en las letras romanas antiguas, fundamento de todas las escrituras que aparecerían en los siglos siguientes.
En el siguiente bloque temático puedes conocer las letras medievales: insulares, carolingia o lombarda.
Nota: las fotos que aparecen sin atribución pertenecen al libro de Julien Chazal Caligrafía, la guía completa.
Javier MG says
Hola.
Permíteme la familiaridad de añadir una nota sobre la fotografía de esta página «Verba Volant, Scripta Manent», es una cita de Cayo Tito en el senado Romano, y el significado: las palabras vuelan y lo escrito queda, ahora está descontextualizado de su origen, cuando Tito la utilizó en su discurso quiso dar a entender que la palabra hablada se propagaba con mayor rapidez.
Es una afición que tengo de atesorar en un bloc A6 pequeños textos de anécdotas, citas, notas en general que me resultan interesantes. Supongo que algunas no estarán debidamente contrastadas.
Un saludo.
admin says
Muy interesante. Desde luego que las eminencias de la antigüedad, algunos de los cuales dedicaban su vida a batallas dialécticas-retóricas en el ámbito político, nos pueden enseñar mucho sobre el poder de la palabra.
Por mi parte, una cita que me resulta especialmente inspiradora es «Ars Longa, Vita Brevis». Demasiado que aprender (en todos los aspectos) para el tiempo disponible. Pero pasito a pasito, algo vamos avanzando.
Hola! Felicidades por este blog tan completo, y al que seguro pones mucha dedicación.
Al hilo de las frases en latín, me gustaría, humildemente, añadir otra en la misma línea:
«Breve & irreparable tempus».
La encontré en el manual de caligrafía cancilleresca de Ludovico Vicentino degli Arrighi.
Un saludo!
Me alegro que te guste Aída, gracias a ti por tu visita y esa bonita cita.