Aprender otro idioma es recorrer caminos inesperados llenos de inspiración.
La torre de Babel, ese mito que narra que la variedad de lenguas fue un castigo divino cuesta de comprender en el mundo actual. Reducir nuestra comprensión del mundo a las posibilidades de una sola lengua supondría un empobrecimiento colosal, una debacle cultural también de dimensiones bíblicas.
Y es que eso es exactamente lo que representa una lengua: una toma de posición respecto al mundo. Cada palabra, cada significado se enmarca en un universo cultural único, fruto de un desarrollo histórico, de un entorno natural, de unas convicciones y valores que han sedimentado con el paso de los siglos de la única forma que lo podían hacer.
Así, relacionarse con otro idioma, nos permite ampliar nuestros horizontes mentales, da espacio para nuevas posibilidades nunca vistas con anterioridad, sobre todo en el ámbito de lo poético o simbólico, caminos que otros espacios culturales frecuentan con mayor naturalidad que nuestro mundo occidental.
Como ejemplo de estos términos inspiradores, no puedo por menos que señalar el verbo inglés “to pass away”. Este phrasal verb, que tiene por base el verbo “to pass” que comparte con el español la mayoría de sus acepciones (pasar, superar), se usa en esta forma para indicar de manera bella y hasta esperanzadora, que alguien cercano ha fallecido. De este modo, frente a nuestro inequívoco y definitivo “morir” la expresión inglesa remite a un tránsito, a un viaje a lo misterioso e ignoto, que supera la mera extinción.
Otro bonito ejemplo, leído hace tiempo, recordaba que en idioma arameo, una lengua importante en oriente próximo en la antigüedad con grandes dosis de poesía, no existe la noción de bueno y malo, siendo el concepto más equivalente el de maduro e inmaduro.
¿No cambia por completo la visión de cualquier hecho, el juicio de una actitud esta variación del eje de coordenadas morales? Seguro que seríamos más flexibles y comprensivos de poder integrar ese significado; no apartemos algo definitivamente de nuestra vida, tengamos todas las opciones abiertas, quizás lo que nos desagrada o daña en cierto momento sea algo que no está preparado o para lo cual no estamos preparados todavía.
Y bueno, podríamos expandirnos con términos como el árabe Maktub, el hindi Namasté, el japonés Ikigai, que aportan grandes dosis de sensibilidad y profundidad, pero esa exploración la dejamos a la elección del lector. Aportamos algunos enlaces a páginas que recopilan términos inspiradores provinientes de diversas culturas:
- 24 palabras bonitas que quisieramos existieran en todos los idiomas (trendencias.com)
- 20 palabras del mundo para una vida más feliz (traverler.es)
En definitiva, abrirse a nuevas formas de decir y ver las maravillas que nos rodean es una perla escondida en el camino de descubrir otras culturas.
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