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Aunque a veces necesitemos guiones, propuestas concretas que nos impulsen a escribir, personalmente creo que la vida está llena de oportunidades, de pequeñas y radiantes vivencias o ideas propias que es posible retomar para llevar a un nuevo nivel, o ajenas a las que podemos dar nuestro toque personal, un nuevo impulso para que sigan circulando.
En esta ocasión, la motivación para escribir me ha llegado recordando un pasaje del La danza de la realidad, de Alejandro Jodorowsky. Para los que no lo conozcan, Jodorowsky es un irreverente escritor (entre muchas otras cosas) que se enfrenta al mundo desde el surrealismo y la búsqueda de significados profundos.
Pues bien, en el citado capítulo (hablo de memoria) narraba ciertos actos poéticos que realizaba en su juventud buscando transgredir, ver y mostrar la realidad desde otro punto de vista.
Uno de estos actos consistía en atravesar, junto a otro amigo, la ciudad en que vivía en línea recta. Sin seguir trazados de calles ni pararse ante muros. Así, cuando encontraban una casa, entraban por la puerta (solían estar abiertas en aquella época) y salían por otra… o por la ventana. Cuando se interponía un muro lo saltaban y seguían su camino. Supongo que con el objeto de demostrar que las barreras, los compartimentos que ponemos a nuestras vidas y las limitan, son superables si se tiene auténtica resolución. Y que no es tan terrible cuando se hace.
Sobre los actores involuntarios de su performance; a quién los increpaba o les preguntaba sorprendidos qué estaban haciendo, respondían llanamente que era «poesía en acción». Generalmente los dejaban pasar entre atónitos y divertidos. Eran tiempos donde la poseía flotaba en el aire en su Chile natal.
Con esta breve historia en mente, una de esas mañanas en que salgo a correr por los pinares de mi tierra, la sobria Castilla, me preguntaba cómo sería hacer algo así en el pueblo más cercano. Pequeño, rural y, según todos los indicios, poco dado a bromas en temas de transgresiones de la propiedad. ¿Cómo se tomarían los vecinos que alguien atravesase sus viviendas o terrenos en nombre de la poesía?, ¿tendría yo algún conocido con el desparpajo (la locura) suficiente para hacer algo así?. La idea me resulta graciosa, y los pensamientos se van encadenando… quizás me sorprendiese con una actitud más positiva de lo esperado por parte de sus habitantes. Lo que es seguro es que se producían situaciones chocantes que dejarían huella en los implicados.
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También empecé a jugar con la idea de otras posibles acciones poéticas que diesen que pensar, que trastocasen los esquemas mentales de una forma positiva. ¿Qué tal rodear el perímetro del pueblo con un gran lazo de regalo?, ¿repoblar con plantas aromáticas algún solar abandonado? Imaginé que alguna buena idea, aunque sólo fuese una semilla de locura, de belleza, quedaría impresa en el corazón de alguien.

En fin. Soñar, o unirse al sueño de un loco genial, no cuesta nada. Hay muchos mundos por ver y por vivir, y están delante de nuestros ojos. Sólo hay que imaginarse, atreverse a poner nuestro granito de arena para construir una realidad más colorida y luminosa.
¿Nos atrevemos con un acto poético?
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