
Recorrido por la vida y obra de este pensador, artista y filósofo universal que defendió la concordia entre culturas y trabajó por la dignidad de los más desfavorecidos.
De Rabindranath Tagore (Calcuta 1861-1941) nos llegan ecos de una forma difusa, parcial, siendo para gran parte de nosotros un auténtico desconocido más allá de ciertos aforismos famosos, como los que ilustran este artículo.
Lo cierto es que fue un artista inmenso, con miles de obras que comprenden poemas, ensayos y novelas, cuadros o canciones. También fue un reformador social, desde la enseñanza, y guía moral de la India durante los primeros 40 años del siglo XX.
Hay mucho que conocer y admirar de este pensador excepcional, que como los sabios del renacimiento se ocupaba de todos los campos del saber y «nada de lo humano le era ajeno».
Comenzamos este viaje hacía la deslumbrante luz que desprende la figura de Rabindranath.
VIDA

«La fe engaña a los hombres, pero da brillo a sus miradas».
Nace en Calcuta, en el seno de una prospera familia de la casta brahamánica. Su padre fue un participante destacado de un movimiento de renovación cultural y social hindú, proyecto que heredaría Rabindranath.
El joven Tagore fue enviado en dos ocasiones a estudiar a Inglaterra durante su juventud, requisito que parecía imprescindible para prosperar en una sociedad dominada por los los británicos y donde sus valores (europeos) se consideraban muy por delante de aquellos atrasados, improductivos y supersticiosos que aturdían a la India.
Es durante las estancias en las Islas Británicas cuando descubre su falta de sintonía con esa forma de enseñanza, por lo que termina dejando los estudios en ambas ocasiones. De hecho fue en buena parte autodidacta, empapándose de los autores, tradiciones e ideas que le resultaban interesantes allá donde iba.
Al volver a India se casó y, después de desarrollar un visión propia en relación a la cultura y al necesario cambio social, se dejó llevar por su vocación por la enseñanza cuando rondaba los 40 años, estableciendo una escuela con el enfoque pedagógico que sentía más valioso. En ese período, pasó una época oscura al perder a su mujer y dos de sus hijos.
Por otra parte, estos años supusieron la expansión de su trabajo en el exterior, lo que posibilitó que fuera galardonado con el premio nobel en 1913.
Nunca apartado de su tierra natal, Bengala, que finalmente acabaría desgajándose de la India y dando lugar a Bangladesh, falleció a los 80 años.
Visión política: un sólo mundo conectado

«Qué fácil es empujar a la gente, pero qué difícil es guiarla».
Tagore defendía la concepción de un sólo mundo tolerante y enriquecido por las diversas tradiciones culturales. Así, una vez alcanzada la madurez y el reconocimiento internacional, emprendió diversas giras y viajes para hacer llegar su mensaje.
Aunque en un principio estaba en contra de los nacionalismos, incluido el que bullía en su país durante las primeras décadas del s. XX, a partir de los desencuentros que se fueron acentuando derivados de la actitud de desprecio y represión que las autoridades británicas aplicaban sobre el pueblo indio, se fue acercando al movimiento nacionalista liderado por Gandhi.
Su toma de postura se materializa a través de un apoyo moral que se refleja en sus obras, el cual evolucionaría hacia críticas directas al imperialismo inglés y a la pérdida de valores de occidente. Se convirtió así en la brújula intelectual y moral de la India, el punto de referencia al que todos miraban cuando se sucedían los avances en el camino de la independencia.
No obstante nunca rechazo totalmente la cultura occidental. Su legado para el mundo es su propuesta para hacer una síntesis de todo lo positivo de oriente (espiritualidad y pacifismo) y occidente (racionalismo y organización social avanzada).
Educación y justicia social

«La pobreza nace de la desunión y la riqueza de la cooperación. Desde todos los puntos de vista, esta es la verdad fundamental de la civilización humana».
Aparte de su obra cultural, su otra gran aportación fue la referente al mundo de la pedagogía. Su interés en este área gira en torno a dos nociones:
En primer lugar, dada su mala experiencia en la educación formal occidental, a la que consideraba impersonal y sin espíritu, se esforzó en presentar una visión alternativa que impartió en los centros educativos que fundó: discípulos que vivían con el maestro durante años en una relación casi de padre a hijo, fomento de la imaginación creativa y de la integración de la enseñanza en la naturaleza, buscando potenciar las capacidades de la persona más allá del ámbito racional.
Por otro lado veía en la educación la única vía para sacar de la degradación y pobreza a la inmensa mayoría de población rural, sometida y ultrajada tanto por ingleses como por terratenientes indios. Así, inició proyectos educativos, de autogestión (cooperativas) y autogobierno en diversas aldeas de Bengala.
También consideraba necesario para la evolución del país la abolición de nociones arcaicas, como el sistema de castas, así como abrazar la ciencia y el racionalismo occidental.
Es interesante señalar que creó una universidad dedicada al estudio de los problemas específicos de la mujer, con el objetivo de impulsar su valoración e importancia en la sociedad. Un hito en la historia del feminismo.
el arte como actividad sagrada

«La poesía es el eco de la melodía del universo en el corazón de los humanos».
Como buen hindú, Tagore comprendía la realidad desde una óptica panteísta: la divinidad habita en todo lo que existe. Las manifestaciones más perfectas de ésta se caracterizan por la belleza y el orden.
De aquí se deriva su convencimiento de que el arte y la religión tienen una vinculación muy estrecha. De hecho, para Tagore la creación artística (sobre todo) y el consumo o admiración de arte, son actividades puramente religiosas.
Mediante esa creación de algo nuevo, armonioso, que rememora y honra la grandiosidad de la existencia, se promueve el desarrollo espiritual, el contacto con la divinidad, de una forma más poderosa que desde rituales vacíos realizados en santuarios.
Obra

«Tu no ves lo que eres, sino su sombra».
Artista sin límites, explora todo tipo de disciplinas: poesía, novela, relatos cortos, teatro, pintura y música. De hecho crea un estilo musical totalmente nuevo donde se enmarcan buena parte de sus más de 2000 composiciones.
En cuanto a su producción literaria, tenía por costumbre realizar él mismo la traducción del bengalí (idioma natal en el que suele escribir) al inglés, y supervisar que las realizadas a otros idiomas las hagan personas con la suficiente sensibilidad para respetar el mensaje original. Las primeras y más bellas traducciones a nuestra lengua las realizaron Zenobia Camprubí y Juan Ramón Jiménez a principios del s. XX.
La disciplina que más fama le proporcionó fue la poesía. De hecho su obra clave, que influyó decisivamente en la concesión del nobel, es Gijantali, colección de 157 poemas de diversa temática, desde la espiritualidad a relatos sutiles sobre la vida cotidiana.
Posteriormente escribiría El jardinero, La luna nueva o El cartero del rey.
Respecto a los cuentos, destacan los 27 traducidos por Zenobia, en tres antologías, con los títulos respectivos de Mashi y otros cuentos, La hermana mayor y otros cuentos y Las piedras hambrientas y otros cuentos.
Bajo el título de Mis recuerdos, se publicó por primera vez la hermosa autobiografía compuesta por retazos de su primera juventud.
También escribió cinco bellos libros de aforismos. El más famoso, escrito durante su visita al Japón, y de los pocos que compuso originalmente en inglés, con el título de Stray birds , fue traducido por Zenobia con el título de Pájaros perdidos.
Sus incontables canciones fueron compliadas en la obra llamada Gitabitan.
En cuanto a sus novelas, destaca Gora, que trata aspectos culturales indios, relevantes durante la dominación británica. El naufragio, sutil denuncia sobre los matrimonios concertados o La casa y el mundo, que explora las infinitas miradas del alma humana con el adulterio como eje narrativo.

Si toda lectura supone la extraordinaria aventura de ver el mundo con los ojos de otro ser humano, hacerlo a través de quién se relaciona de forma natural con el lado más sutil y trascendente de la vida, que además proviene de una cultura que nos resulta totalmente novedosa, se puede convertir en una experiencia única.
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