Repasamos la historia y evolución de la máquina de escribir. Un invento a medio camino entre la escritura manual y la digital que se asocia a autores y obras clásicas de la literatura o el cine del siglo XX.
Si existe una herramienta que se asocia al oficio del escritor, esa es sin duda la máquina de escribir. Aunque en sus orígenes fue diseñada y comercializada para facilitar el trabajo de oficina, los escritores oímos poesía tras el sonido de las letras móviles golpeando la cinta entintada y plasmando palabras en el papel.
Esa imagen se la debemos a Mark Twain, que se dejó seducir por el auge de la máquina de escribir y fue el primero en presentar a sus editores los manuscritos mecanografiados de Vida en el Missisipi y Las aventuras de Tom Sawyer en la década de 1870. Pero la historia de la máquina de escribir comienza mucho antes.
Orígenes de la máquina de escribir
A pesar que a mediados del s. XV Gutenberg presentó al mundo la imprenta y el libro se convirtió en un objeto de uso corriente, este no fue el fin de los escribanos y amanuenses, pero sí el comienzo de la historia de la máquina de escribir.
Si bien era cierto que los tipos móviles de la imprenta creaban obras perfectamente legibles, muchas actividades más mundanas —las leyes y los negocios, por solo poner un par de ejemplos— dependían de la escritura a mano clara y comprensible para su desempeño. Precisamente, el crear una forma de escritura diaria que fuese regular, universal y fácil de leer fue la idea que motivó a los inventores a desarrollar la escritura mecánica. Esta debía combinar de alguna forma los tipos móviles de la imprenta con la rápida dinámica que requería el trabajo de oficina.
Durante los siglos XVIII y XIX, muchos inventores abordaron esta cuestión. Pero aunque Henry Mill obtuvo una patente de la reina Ana de Gran Bretaña en 1714 para un artilugio que permitía escribir de forma mecánica, y el estadounidense William Austin Burt patentó en 1829 el tipógrafo, estas máquinas no eran ni exactas ni superaban en velocidad a la escritura a mano.
Se reconoce como padre de la máquina de escribir a Giuseppe Ravizza y su Cembalo scrivano, patentado en 1856. Pero esta herramienta de escritura no fue comercializada por primera vez sino hasta 1870, por el danés Rasmus Malling-Hansen, con su Skrivekügel. Esta máquina de escribir en forma de bola permitía la escritura, pero quien la usaba no podía ver el resultado hasta que no hubiese terminado.
Fuente: Plenuska, CC BY-SA 4.0 https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0, via Wikimedia Commons
La máquina de escribir moderna
Paralelamente a la Skrivekügel, el impresor Christopher Latham Sholes desarrolló en 1867 un prototipo muy similar a la máquina de escribir que conocemos.
Seis años más tarde, en 1873, la empresa Remington —un fabricante de armas, equipos agrícolas y máquinas de coser— comenzó a producirla en serie y comercializarla con gran éxito. Esta empresa fue también la que, al año siguiente, estableció la distribución del teclado QWERTY, vigente hasta nuestros días.
Ya hacia 1895, tras muchos cambios y mejoras, las máquinas de escribir permitían al mecanógrafo —una profesión que apareció junto a al nuevo invento — ver lo que estaba escribiendo. Cabe destacar que la firma utilizó en sus primeros modelos su experiencia en máquinas de coser y los montaba en muebles similares, por lo que la escritura mecánica resultó popular entre las mujeres y posibilitó su incorporación al mercado laboral.
En 1920, las máquinas de escribir estaban ya bastante estandarizadas y las firmas más importantes —Adler-Royal, Brother, Olivetti, Olympia, Remington, Smith-Corona, Underwood— distribuían sus productos en el mundo entero. Las máquinas de escribir no solo eran un objeto de uso común en las oficinas, sino que estaban ligadas al cine, el periodismo, el teatro, la literatura y cualquier actividad dónde se trabajara con texto.
Su presencia era tan cotidiana que en 1940 se comercializó una máquina de escribir silenciosa, pero este producto fracasó en el mercado. Los mecanógrafos estaban tan acostumbrados al claqueteo de los tipos sobre el papel y el timbre al final de la línea, que no les gustaba escribir sin ellos.
La máquina de escribir eléctrica y electrónica
El concepto de la máquina de escribir eléctrica había sido desarrollado por Thomas Alva Edison en 1870. Pero la primera máquina operativa de este tipo fue fabricada en la Blickensderfer Manufacturing Company, de Stanford, en 1902.
Luego de unos años, se estableció una dura competencia entre la de IBM y Remington Rand, que quedó zanjada por la IBM Selectric y su sistema de bola de tipos reemplazables, que permitía utilizar diferentes fuentes en el mismo documento.
La siguiente evolución de la máquina de escribir fue su versión electrónica. En ella, el mecanógrafo podía escribir varias líneas que se mostrarían en una pantalla antes de que se imprimiesen en el papel. Gracias a esto, el texto podía ser corregido.
Estas máquinas electrónicas llegaron a ser verdaderos procesadores de texto dedicados, con una memoria interna y la capacidad de salvar la información del texto en cartuchos o disquetes.
El ocaso de las máquinas de escribir
Con la aparición de los ordenadores personales, los procesadores de texto y las impresoras de tinta/láser de alta calidad, la máquina de escribir fue cayendo en desuso.
Aunque aún se emplean en pleno siglo XXI en algunas regiones a las que no llega la tecnología, este fiel compañero del escritor ya ha dejado de fabricarse. En 2011 cerró Godrej and Boyce, la última empresa dedicada a su manufactura. En Europa, la factoría de Brother en Gales ensambló la última de las máquinas de escribir en el 2012.
Además de las posibilidades de corrección de texto que brinda la escritura en ordenador, hay otros muchos beneficios que sentenciaron a la máquina de escribir. La posibilidad de guardar un documento y modificarlo en otro lugar; el empleo fácil de distintas tipografías y colores en el texto o el uso de diccionarios para corregir errores gramaticales o de ortografía son ventajas que la máquina de escribir no pudo igualar.
No obstante hay ciertos círculos de nostálgicos, veteranos y noveles, que siguen usando las maquinas de escribir de las que destacan ciertas ventajas sobre los equipos informáticos:
- Son prácticas: evitan las distracciones que abundan en los medios digitales. Al igual, en cierta medida, que la escritura a mano, obligan a pensar mejor lo que se escribe debido a la imposibilidad de dar marcha atrás.
- Es una experiencia sensorial mucho más intensa: el volumen del mecanismo, el ruido, la sensación de ir dibujando cada letra aportan algo diferente.
- No hace falta electricidad.
el sueño de unos nostálgicos
En un mundo donde estos aparatos parecen casi un objeto de coleccionista, numerosos proyectos apuestan por reinventarlos. Desde gadgets que quieren recuperar ese mítico tecleo hasta proyectos que trabajan con un híbrido entre tableta y máquina, pasando por necesidades más «oficiales». Una muestra más de que lo vintage está de moda.
¿Se siguén usando máquinas de escribir?
Lo primero es hablar de las clásicas. Sí, todavía se usan. A pesar de que no son rápidas, no se puede corregir lo escrito con tanta facilidad, no hay cambio de estilos y formatos… ¿Por qué hay gente que sigue dándole a la tecla? “Cuando eliges usar una máquina de escribir hoy, estás eligiendo identificar la tecnología con un nuevo espíritu”, explica Richard a Teknautas. “No estás enfocado en velocidad y rendimiento. Disfrutas usándola como un fin en sí mismo”.
El propio Richard ha escrito un libro, The Typewriter Revolution, que recoge toda la revolución que se está viviendo en pleno siglo XXI en torno a las máquinas de escribir y alguna que otra especulación sobre su futuro. Artistas y aficionados que escriben sus cartas o novelas en estas máquinas se cuentan entre sus protagonistas.
Y es que hay artistas que siguen creando sus obras gracias a la máquina de escribir. Es lo que hace Alejandro Panés con Momento Verso. Panés improvisa poemas en las calles de Madrid, sentado frente a su máquina. Como dice su cartel, tú le das el tema y él te escribe el poema. No es el único: Álvaro Franca crea retratos a golpe de tecla. Los mismos golpes que sirven para realizar composiciones musicales.
Esto es un fenómeno inevitable. Lo retro vuelve y con energías renovadas. Se siente como un movimiento de resistencia ante la imparable imposición de los avances tecnológicos: igual que hemos sido testigos de la luchas contra la desaparición del vinilo o la nostalgia de las viejas cámaras de fotos, ahora le toca el turno a las máquinas de escribir.
Otro aspecto de estos aparatos que despierta la nostalgia es la sensación de la escritura mecanografiada. Los que ya han pasado por las máquinas de escribir no olvidan la experiencia: el tacto de los teclados y su inconfundible sonido cuando pulsamos una tecla saben a gloria frente a la estandarización de los teclados modernos de los ordenadores.
Lo curioso del asunto es que ahora las nuevas generaciones miran con interés el encanto de aquellos artilugios mecánicos, incluso quienes nunca han visto una máquina de escribir. Así, en el segmento de los ordenadores, los teclados mecánicos que evocan el trabajo de un mecanógrafo, van poco a poco reivindicando su espacio en un segmento de usuarios más exigente.
Por otra parte, tenemos la curiosa dinámica emprendida por diversos gobiernos, como el alemán o el ruso, que tomaron la decisión de comprar viejas máquinas de escribir y por un motivo de peso: la seguridad de la información. En las máquinas de escribir convencionales no queda registro de nada y es prácticamente imposible que se filtre información. Determinados ciberespías habían logrado alcanzar los recovecos más inaccesibles de las diferentes administraciones y la defensa de la información se convirtió en un asunto de prioridad nacional.
nuevos formatos para un viejo invento
Donde de verdad se muestra el renacer tecnológico es en la aparición de gadgets llenos de cables y bits que dan esa segunda vida a las máquinas de escribir.
Uno de ellos homenajea a un escritor que golpeó con furia las teclas: Hemingwrite (luego conocida como Freewrite) tiene la apariencia de una máquina de escribir de toda la vida pero con una pantalla electrónica. Y no hablamos de aquellas viejas máquinas eléctricas. Esta permite enviar lo que redactes a Google Drive o Evernote, mediante su conexión wifi. Además, tiene Bluetooth.
Así las cosas, algunos desarrolladores se han hecho de oro con procesadores de texto que emulan las sensaciones o ventajas de la máquina de escribir, como es el caso de iA Writer o Focus Writer, una aplicación en la que únicamente se puede escribir. Ni siquiera permite añadir un hipervínculo. Era cuestión de tiempo antes de que algún emprendedor se le encendiera la bombilla y viera la oportunidad de negocio en la agridulce sensación que viven algunos de los que se ven obligados a escribir en los fríos teclados de los ordenadores.
Algunas curiosidades sobre la máquina de escribir
- Una de las primeras herramientas de escritura que pueden considerarse máquinas de escribir la fabricó Pellegrino Turri, en 1808, como una ayuda para las personas invidentes.
- El papel carbón o papel calco también fue inventado por Turri en 1801, aunque su patente final se la adjudicó Ralph Wedgwood en 1806.
- En 1839, François-Pierre Foucault, gran amigo de Louis Braille, inventó una máquina de escribir en relieve para ciegos, deficientes visuales y personas que no conocían el sistema braille. Este método se conoce como rafigrafía.
- Las correcciones en mecanografía eran un tema complicado. Al principio se utilizaba una goma de borrar con abrasivos en forma de disco, hasta que es la década de 1950 aparece el corrector líquido. No obstante, las manchas de esta pintura blanca de secado rápido se notaban en el papel.
- En la década de 1970 se introdujo un sistema de corrección muy ingenioso: un papel de calco de color blanco. Para corregir un error, se ponía encima del carácter el papel blanco y se volvía a teclear la letra. En algunos modelos de máquinas eléctricas, se introdujo una cinta tricolor negra-roja-blanca, para hacer estas correcciones de forma rápida.
- Algunos teclados mecánicos para ordenador tienen incorporadas funciones para que suenen como una máquina de escribir. Si el tuyo no lo tiene pero eres de los nostálgicos —y usas Windows—, puedes incorporarle sonido a tu teclado usando un pequeño programa llamado Qwertick.
Es indudable el impacto positivo que la máquina de escribir tuvo sobre la historia de la escritura. Gracias a ella, muchas personas con mala caligrafía pudieron hacerse entender de forma clara y sencilla… para beneplácito de muchas casas editoriales.
Otro punto a su favor fue el impulso que dio a la incorporación de la mujer a las actividades productivas, pues el oficio de mecanógrafo gozó de gran popularidad y demanda. En 1910, se estima que el 81% de los mecanógrafos de oficina eran mujeres.
Es innegable que la aparición del ordenador fue el fin para la máquina de escribir. No obstante, el texto limpio, monoespaciado y austero del texto mecanografiado sigue teniendo atractivo artístico para muchos escritores. Hay quienes no han abandonado las máquinas de escribir con las que dieron sus primeros pasos en la literatura, aunque vayan en camino de convertirse en objetos de museo.
ADIÓS, VIEJA AMIGA
Yo suspiro y miro con nostalgia mi Smith-Corona, que contempla, amorosa desde la repisa, cómo doy fin a este artículo. Si también conservas la tuya en algún rincón de casa, déjanos el modelo en los comentarios para homenajear a esta herramienta que tanto nos acompañó en nuestra afición.
Me llamo Álex Padrón y soy un escritor compulsivo: a mano, a máquina, en ordenador, en mi cabeza…lo que importa es seguir contando historias. Y si no estoy escribiendo, lo más posible es que lea. ¡Nos vemos en mi choza!
Javier MG says
Me ha encantado el post. Para los que caminamos ya en la sexta década ese sonido tan característico de las máquinas de escribir aún lo tenemos muy presente, y requería bastantante práctica para alcanzar un número importante de pulsaciones por minuto, una habilidad que se incluía en el curriculum vitae para los aspirantes a puestos de oficina.
Puede resultar paradójico pero en 1980, el microordenador Vic-20 de Comodore, incluía una aplicación para calcular el número de pulsaciones por minuto y te felicitaba superadas los 70 u 80, creo recordar.
Para los nostálgicos existe una pieza musical orquestada en clave de humor y fácil de encontrar en YouTube «la máquina de escribir de Leroy Anderson». Formó parte de una escena a modo de parodia de Jerry Lewis en la película «Lío en los grandes almacenes»
Un cordial saludo a todos.
admin says
Genial que te haya gustado Javier. La verdad es que da gusto aprender de quienes tienen más experiencia en estos temas y poder imaginarse el encanto que suponía escribir a máquina.
Ah, la rapidez mecanográfica sigue siendo útil para ciertos trabajos (muchos, diría yo… incluidos los médicos), aunque supongo que también esta modalidad acabará superándose por nuevas formas de escritura…
Soy Josefina Sánchez y con 78 años sigo con mi tienda de máquinas de escribir Sevilla, me encanta ,vendo muchas cintas para los nostálgicos, saludos a todos
Qué bonito Josefina. Tenemos que hacer que perviva lo máximo posible aquello que acompañó nuestros sueños. Un saludo.
HOY….LUEGO DE REGENTEAR POR 50 AÑOS..»LIBRERIA AVENIDA S.A» DE CABA BS AS.. DECIDI REGRESAR AL RUEDO CON MI PASION ORIGINAL…BRINDARLE AL PUBLICO LA POSIBILIDAD DE REENCONTRARSE CON SU ANTIGUA MAQUINA O COMPRARSE UNA IGUAL. ESTOY LOS MARTES Y JUEVES EN AV CORDOBA 1162 CABA BS AS ARGENTINA..info@libreriaobelisco.com.ar
11 4449 3140. Jorge
Suerte con la empresa.
Un artículo muy bueno. Yo misma, este fin de semana me he hecho con una Olivetti Lettera 42 para revivir viejos tiempos de cuando estudiaba. Hay algo romántico en escribir con máquina… No sé pero es bonito.
Saludos!
Hay más sentimiento que usando un teclado de pc, ¡sin duda! Que lo disfrutes.
Me ha encantado tu artículo. Además de didáctico, es una oda al instrumento que ha marcado diferentes épocas y que muchos admiramos con cierta nostalgia. Llegué a tu página buscando soluciones para recuperar un documento judicial de 1986 (en los Juzgados, la máquina de escribir era elemento imprescindible) cuya tinta está tan deteriorada que el texto es ilegible. Pese a no tener nada que ver con mi búsqueda mas que el término «máquina de escribir». tecleado en Google me voy con un regustillo dulce y algo melancólico, agradeciéndote la información sobre un elemento que estuvo muy presente en mi vida brindándome momentos de inspiración y concentración que hoy…echo de menos. Un abrazo, escritor.
Gracias Mercedes. Lo cierto es que Álex escribe como quién sabe, y siente de lo que habla. Un pedacito de la historia de muchos que siempre será un agradable recuerdo. Un abrazo.
Yo conservo dos Olympia de mi abuelo. Una de ellas funciona perfectamente y la uso para enviar cartas postales a familiares. Soy desarrollador de software y conozco otros medios para enviar mensajes, pero me divierte mucho que una máquina tan antigua pueda seguir funcionando mientras ordenadores mucho más recientes ya dejaron de servir, y que aún pueda encontrar recambios de cinta con tinta tan fácilmente.
Un placer disfrutar de tecnologías de otros tiempos que llevan su propio ritmo. Saludos y gracias por compartir.
Soy escritor actualmente, pero en mi primera juventud fui técnico de máquinas de escribir y teletipos Olivetti, soy de los que siente nostalgia por esas máquinas que tanto progreso trajeron, Rosa me hizo recordar mi Lettera de Olivetti, lamentablemente no conservo ninguna pero extraño sus sonido al escribir en mi ordenador personal. Muy bueno el articulo y ojalá el autor siga llenando nuestra curiosidad con escritos tan nostálgicos. Un abrazo y felicitaciones.
me encanta este articulo, lo leo todos los días antes de dormirme. BENDICIONES
saludos : TUKII.
¡Que gran actitud, Angélica! Un saludo.