Si llevas un tiempo en esta afición ya habrás probado, o estarás pensando hacerlo, un plumín de oro. Es inevitable que, al ir degustando el mundo de escritura espaciosa que nos proporciona la pluma, nos interesemos por cuestiones que en los primeros pasos, parecían lejanas y accesorias. Este debate entre la diferente experiencia de escritura que proporciona un plumín de oro frente a uno de acero es una de esas cuestiones que hacen verter ríos de tinta (virtual) entre los aficionados. ¿Existe una diferencia sustancial entre los dos?, ¿cuál es el más adecuado para ti?, ¿merece la pena pagar más por un plumín de oro?

Lo que sí podemos afirmar, hablando de consideraciones puramente estéticas, es que: ¿puede haber algo más distinguido que una pluma de líneas clásicas terminada en una pieza de este noble metal?
Desde luego es una imagen de gran impacto visual para quién observa la escena. No solo hablamos de escribir con pluma, una práctica que por poco habitual resulta llamativa, sino además hacerlo portando un modelo a todas luces de gran calidad, rematado en el más noble de los metales. ¡Pura ostentación!, podrán achacarnos. Pero lo cierto es que hay algo más, ¿o no?
Las (grandes) SIMILITUDES entre PLUMiNes DE ORO Y ACERO
Antes de “meternos en harina”, un poco de historia sobre la adopción del oro como material de fabricación alternativo frente al acero. Se tomó esta determinación debido a una propiedad en su momento fundamental; la superior resistencia a la corrosión del oro. Las aleaciones de acero usadas en el plumín no soportaban bien las tintas de la época en que aparece la pluma estilográfica moderna (finales del XIX), degradándose con rapidez. No obstante, con los modernos métodos de fabricación, tanto del acero como de la tinta, esta cuestión ha pasado a ser prácticamente irrelevante.

Ahora que tenemos a los dos contendientes cara a cara vayamos con la pregunta fundamental ¿se puede alcanzar la misma calidad de escritura con ambos materiales?
Definitivamente sí. El rendimiento puede ser prácticamente indistinguible en cuestiones como la suavidad o la precisión del trazo, ya que éstas dependen de la especial, y dura, aleación con la que se fabrica la punta del plumín, también llamada iridio debido a que antiguamente éste era el material clave de la misma. Pues bien, encontramos que en los plumines de cierta calidad, la punta se fabrica con métodos y aleaciones muy similares (independientemente del material usado en el resto de la pieza).
Otras propiedades como el volumen o la regularidad del flujo, dependen de la geometría y el acabado del plumín, del cuidado en la fabricación, no del material usado. No obstante, ciertos expertos sostienen que un plumín de oro presenta menor tensión superficial lo que ayuda a la capilaridad del líquido, de forma que obtendríamos un plumín algo más “húmedo” que su equivalente en acero.
Concluyendo, podemos afirmar que dentro de los plumines de acero más selectos, por ejemplo los de la gama Classic de Pelikan o los fabricados por Faber Castell, encontramos prestaciones similares a los de oro. Y es que no por llegar a cierto rango de precios (hasta 200€) debemos renunciar a modelos que porten plumines de acero, ya que las cualidades y sensaciones (con ciertos matices que veremos en el siguiente apartado) serán muy similares.
Eso sí, en las horquillas de precio superiores, con un componente de lujo mucho más acusado, los plumines de acero desaparecen totalmente en favor de los de oro.
No obstante, el debate no acaba tan pronto. No tendría gracia que quitase todo el encanto al uso de los plumines de oro. Y es que, aparte de la señalada calidad de la escritura, al usar este complejo instrumento entran en juego aspectos un tanto subjetivos que afectarán nuestras preferencias. Te lo explico a continuación:
¿pero, en que aspectos es superior un plumín de oro?
De acuerdo, aceptemos al menos que los plumines realizados con este metal son diferentes y para un buen número de usuarios definitivamente mejores. Pero antes de explicarme con detalle, una aclaración sobre un malentendido frecuente.
Nota sobre la “flexibilidad” de los plumines de oro
Existe una idea bastante extendida entre los aficionados a las plumas que asocia los plumines de oro con “flexibilidad”, entendida como la capacidad de los gavilanes de separarse y crear diferencias en el grosor del trazo consecuencia de la variación de la presión ejercida. Pues bien, hoy en día es prácticamente imposible encontrar plumines flexibles, ya sean de oro u acero. La razón; no se demandan.
Si ya es poco frecuente escribir con pluma, la escritura pausada y atenta a la caligrafía que se asocia a un plumín flexible es aún más rara. Si realmente es esto lo que buscas habrás de buscar entre modelos antiguos.
Ahora pasemos a las ventajas que aportan los plumines de oro, lo que los hace posicionarse, para ciertos gustos y presupuestos, claramente por delante de los de acero.
Son fundamentalmente dos, una relativa a la percepción social y la otra más ligada a la práctica:
La primera idea que nos viene a la mente, y la más decisiva, es el componente distintivo y lujoso asociado al oro. Es un material noble que convierte la pluma en un objeto/joya de gran valor, susceptible de ostentación y disfrute en un grado que no nos proporcionará otro material.
Unido a ello encontraremos un especial cuidado en la fabricación, con un exquisito control de calidad que nos (casi) garantiza un funcionamiento perfecto.
La otra característica, mucho más sutil, no radica ya en la calidad de la escritura sino en las sensaciones de la misma. Éstas se ven influidas por la rigidez del metal del plumín y siendo el oro un material más blando que el acero, al escribir transmite una menor resistencia a la presión de nuestra mano, es más elástico, más suave. Estaríamos escribiendo con unos “amortiguadores” de calidad superior. Una sutil diferencia que quizás requiera una cierta experiencia en la escritura con la pluma para ser apreciada.
¿Qué plumín de oro elegir?
Si finalmente te has decidido a dar el salto a un plumín de oro, entre las diversas cuestiones que te plantearás antes de decidir: marca, diseño, color, etc., hay dos pueden resultar especialmente relevantes:
Proporción de oro
Los más recomendados para paladear esa sensación de elasticidad son los de plumines de 14k, a pesar de ser los que menos riqueza en dicho elemento tienen.
La razón es que al subir el contenido en oro hasta 18k y 21k (lo que los hace más caros), la maleabilidad natural del metal se debe corregir con aleaciones que dan un resultado final más rígido. Eso sí, el mayor porcentaje de oro dota a estos plumines de un color más auténtico y profundo, siendo los preferidos para la el grabado de bellos ornamentos.

Precios
Puedes encontrar plumas vintage (suena mejor que “de segunda mano” o usadas) con plumines de oro a precios comedidos (a partir de 50€). Te advierto que ese es otro de los adictivos terrenos que abundan en torno a la estilográfica, que te puede llegar a enganchar. Tan solo prueba una Parker 51, una Sheaffer Imperial o una Waterman CF, percibe el cambio de sensaciones y verás como quieres más.
En el mismo rango de precios podemos encontrar las opciones modernas más económicas. Plumas de firmas chinas, Wing Sung o Hero, que ofrecen modelos muy valorados.
En cuanto a las marcas más prestigiosas, hablando de la excelente relación calidad-precio de sus plumines de oro, encontramos a las grandes firmas japonesas: Pilot, Platinum y Sailor, las cuales ofrecen modelos muy apreciados con precios que rondan, o superan, los 100 euros. Si quieres investigar más al respecto, puedes visitar mi búsqueda de la pluma definitiva.
Espero haber arrojado algo de luz a este debate que, por otra parte, es recurrente en los círculos de aficionados y es que, hablando de gustos y sensaciones, entramos en un terreno subjetivo muy poco proclive a los consensos.
En todo caso creo a todo amante de las plumas le llega el momento en que le gustaría tener (al menos) un plumín de oro en su colección. Un lujo no tan caro que nos puede proporcionar pequeños placeres.
Si te acuerdas, cuéntame cómo fue tu primera experiencia con un plumín de oro. Hasta pronto.
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